sábado, 15 de junio de 2013

Triatlón SERTRI Santander 2013

Cuando suena el despertador a las 07:30 me cuesta abrir los ojos… he dormido muy poco. Sin embargo hay 3 cosas que me animan y espabilan rápidamente.

La primera: que el motivo de haber dormido poco mereció la pena. Elsa corrió la noche anterior la “Carrera Nocturna 10Km de Santander” y lo hizo ¡mejor que bien!

Quedó la 2ª mujer absoluta y corrió a un auténtico ritmazo, con el mérito adicional de la dureza del trazado que, entre otras cosas, subía al Palacio de la Magdalena…


Menuda máquina y menudo alegrón que nos dio.

La segunda: que entra un solazo por la ventana que hace pensar que el verano, por fin, va llegando.

Y la tercera: que el motivo de madrugar no es otro que hacer mi segundo triatlón y además esta vez ¡corro “en casa”!


El SERTRI Santander 2013 tiene la natación (750m) en la 2ª Playa del Sardinero, el recorrido de la bici en la S-20 (20Km) y la carrera por el paseo del Chiqui (5Km).
Después de que se me pasen por la cabeza todas esas cosas me levanto súper animado y desayuno potentemente: un huevo frito con lonchas de pavo, un kiwi, un buen tazón de leche con pan y aceite y unos copos de avena para “rellenar huecos”.

Me siento en el sofá a reposar y hacer un poco la digestión, pero estoy impaciente y no aguanto demasiado. Decido empezar a preparar todo el material para la carrera. Dicen que para hacer triatlón hay que entrenar las tres disciplinas a conciencia y además hacer entrenamientos con transiciones, es decir, entrenamientos de natación y bici o de bici y carrera seguidos… pero lo que nadie te dice es que hay que entrenar también la preparación de toda la impedimenta, ¡cuantas cosas!

Para intentar que no se me olvide nada pongo sobre la cama todo lo que voy a llevar: zapatillas de correr, zapatillas de bici, casco, neopreno, gorro y gafas de natación, tritraje, portadorsal, gafas de sol, visera, aceite corporal, chip, bidones de agua, algo para comer… ¿algo más? Ah sí, la bici, que aunque no la pongo sobre la cama sí la reviso y compruebo la presión de las ruedas ya que he pinchado hace dos días y estoy un poco obsesionado con volver a hacerlo.

Elsa y yo salimos de casa a las 10:30 para ir hasta el Sardinero dando un paseo por Menéndez Pelayo, Alto de Miranda y los Pinares.

Según vamos bajando hacia el campo del Racing escuchamos la megafonía de la prueba. Me mentalizo de que ya no hay vuelta atrás posible. No voy a la playa a tomar el sol y darme un baño relajado. Voy a competir, a esforzarme al máximo y a darme una buena paliza ¡y es que además voy a hacerlo encantado!

Nada más llegar lo primero que hacemos es acercarnos a los boxes, que están en el parking del Lupa del parque de Mesones, para intentar enterarme de por dónde se entra y sale de ellos, cómo se circula por dentro, donde está la línea para montarse y desmontarse de la bici, etc. Vemos a dos o tres participantes de las distancias más cortas y me hago una idea aproximada.

Me encuentro con un amigo, Diego, que es un máquina que compitió en ciclismo. Me comenta que es su debut en el triatlón, que viene para “probar” más que nada, y que su siguiente reto es… ¡un IRONMAN en poco más de un mes!

Me quedo alucinado y le digo, con ojos como platos, que menudos -piiiiiiiiii- que tiene. Él, sin inmutarse demasiado, me dice que a la natación no le ve problema, aunque la hará “a su ritmo”, que la bici bien y que lo único que le da algo de miedo es la maratón final. Nos hacemos los típicos comentarios de “espérame en la natación”, “no, mejor tú en la bici”, etc. y nos despedimos hasta dentro de un rato.

Elsa y yo vamos a la playa, que ya está llena de gente disfrutando del soleado día, para ver un poco el estado del mar y las boyas del recorrido. No hay mucha mar de fondo y por tanto no hay olas grandes. Sin embargo lo que sí que hay es un fuerte nordeste que “pica” el agua y hace unas olitas pequeñas pero continuas y muy revueltas. Echamos un vistazo al recorrido que hay que seguir en la 1ª transición, desde el agua hasta boxes. Nada más salir del agua y de la arena mojada -cómoda para correr- hay un tramo por la arena seca que será durillo, luego ya se coge la tarima de madera hasta salir de la playa y por último una alfombra azul hasta llegar a boxes.

En ese momento nos encontramos con mi padre que ha venido en bici “armado” con la cámara y una especie de “bazoka” que tiene por objetivo para hacer “alguna que otra” foto.
(http://fotoyos.blogspot.com.es).

Bajamos otra vez a la playa porque por megafonía anuncian que en ese momento empieza una prueba de niños. Menudos campeones, ¡vaya raza! Ninguno lleva neopreno y nadan como auténticas fieras. Y en bici creo que andan más que yo...


Tras disfrutar un rato viéndolos nos despedimos de mi padre que se va a buscar algún puesto de “francotirador”.

Aprovecho para coger la bici e ir a calentar mientras inspecciono un poco el circuito. Se sale del parking del Lupa, se atraviesa la Avenida del Estadio, después se circula por el parking del Racing y se coge la S-20 en la primera rotonda. Luego se dan 4 vueltas por la S-20 para completar los 20Km y volver por el mismo recorrido hasta boxes. Conozco la zona. Recta, ancha, prácticamente llana, buen asfalto y los giros se dan en rotondas grandes. Es decir, cómoda y segura. El único problema que veo, para los que somos más flojos en bici, es que en uno de los sentidos pega el nordeste de cara y se hará duro.

A las 11:30 me como un plátano y un pedazo de bizcocho con bebida isotónica. Con este “combustible” tendrá que ser suficiente. Vuelvo con Elsa y vamos a dar un paseo para ver el circuito de la carrera que serán 3 vueltas por el Chiqui y el parque de Mesones.

Volvemos hacia boxes y nos encontramos con mi madre, que aprovechando el día que hace, ha venido dando un paseo para verme competir. Tras una breve charla, las dejo a las dos juntas y me voy a la cola que ya se ha formado para entrar a boxes.

Comprobación de DNI, frenos de la bici y casco y para adentro. Busco mi número mientras observo que el hueco es un poco justo para tanta gente. Las bicis van a estar un poco apiñadas. Llego a mi puesto. Coloco la bici enganchando el sillín a la barra. Pongo las zapatillas en los pedales, las coloco ayudándome de unas gomas elásticas. Cuelgo el casco del manillar y el dorsal y las gafas de sol los meto dentro de él. En una caja roja, en el suelo junto a la bici, dejo lo que utilizaré en la carrera a pie: zapatillas “voladoras” con cordones elásticos y visera para el sol.

Charlo un poco con la gente que tengo alrededor. Hay dos con pinta de “pros” de un mismo club que están dudando si dejar la bolsa junto a la bici y la caja. Al final deciden, creo que con buen criterio dado el escaso espacio que hay, llevar la bolsa al guardarropa. Justo enfrente tengo a un chico que me dice que es su primer triatlón y me pregunta cómo he puesto las zapatillas en los pedales. Pienso que vamos bien si pregunta a otro “novato” como yo. Le explico que yo tampoco tengo mucha experiencia pero que lo importante es que esté tranquilo porque luego resulta todo más fácil de lo que te has imaginado previamente. Le explico lo de las zapatillas y le ofrezco unas gomas para poner las suyas. Prefiere no ponerlas porque dice que igual se cae por probar cosas nuevas. Nos despedimos y nos deseamos suerte.

Mientras salgo de boxes con el neopreno, el gorro y las gafas en una mano, voy echándome aceite corporal en el cuello para evitar rozaduras con la otra. Al llegar junto a Elsa y mi madre les pido ayuda para subirme bien el traje por los hombros y la espalda. Me despido de las dos, esta vez hasta después de la carrera, y voy a la playa para probar el agua.

Me meto al agua para calentar un poco. Ya hay mucha gente nadando. Encuentro el agua fría. Confirmo, esta vez en vivo, que el viento y las olas hacen que me resulte muy incómodo nadar. Tengo que forzar mucho para sacar la cabeza y la boca para respirar. Doy un pequeño cambio de ritmo y decido salir no me vaya a cansar o marear antes de empezar la “guerra” de verdad…

Salgo del agua y me dirijo hacia la zona de salida delimitada por unas banderas donde ya se está reuniendo toda la gente. Tenemos que esperar un buen rato para que los jueces nos aclaren bien el recorrido. Es sencillo. Creo que todos podemos llegar a hacerlo sin necesidad de plano y brújula… “son cuatro boyas que hay que dejar siempre a la izquierda”. Fin de la explicación.

Estoy calentando los brazos cuando el juez nos informa que la salida se va a retrasar diez minutos porque hay algún problema con el recorrido y la policía local… Algunos se empiezan a quejar del calor porque estamos enfundados en los neoprenos a pleno sol. Yo calor no tengo, sin embargo tengo que limpiar continuamente las gafas de nadar porque a causa de la transpiración se empañan.

La gente que está en la playa se acerca a ver el espectáculo/follón de la salida y hace un pasillo desde las banderas hasta el agua. Los triatletas que tengo alrededor y yo hacemos bromas y comentarios, creo que más que nada para relajarnos un poco.


Tras unos interminables 10 minutos el juez dice que estemos preparados que en 1 minuto da la salida. La gente se tensa, las pulsaciones se aceleran…

¡MEEEECCCC!

Bocinazo de salida. Pongo en marcha el cronómetro mientras doy los primeros pasos. Empieza el caos. Somos muchos y todos queremos ir hacia la derecha ya que la primera boya está “escorada” hacia ese lado. Codazos, empujones y algún grito. Al meter los pies en el agua el que llevo delante se tropieza y se cae. Casi le piso aunque logro saltarle por encima. Sigo corriendo levantando los pies para no tropezar con el agua. Veo que hay un señor del público metido en mitad de “la estampida” que se protege con los brazos mientras le pasamos por ambos lados. 


Me tiro de cabeza al agua demasiado pronto. No hay profundidad suficiente para dar brazadas. Me impulso con los pies en el fondo y doy saltos volviendo a meterme de cabeza. Ahora sí, empiezo a dar brazadas y al mismo tiempo… ¡tragos de agua al intentar sacar la cabeza para respirar! Las olas de la orilla son un poco más grandes de lo que pensaba. Tras dos o tres brazadas me concentro en empezar a nadar con algo de técnica. Intento poner un ritmo rápido pero no puedo porque delante llevo a dos que van más lentos que yo. Como no soy de los “simpáticos” que agarran y/o empujan al fondo decido pasarles por la derecha. Les adelanto y por un momento tengo agua libre para nadar. Consigo acelerar un poco pero llevo el pulso altísimo y me resulta incómodo sacar la boca para respirar a causa de las olas que forma el viento y el resto de gente chapoteando.

No disfruto demasiado, estoy algo estresado y decido abrirme más a la derecha para evitar el tumulto y los golpes. La primera boya ni la veo, estaba demasiado cerca de la orilla y en el lío de la salida la sobrepaso sin darme cuenta. Al llegar a la segunda boya veo que voy demasiado abierto, sin recibir golpes sí, pero por el interior me está adelantando lo que me da la sensación que son todos los triatletas de la prueba…


Acelero al hacer el giro de 90º. Sigo demasiado abierto pero no hay hueco para meterme a la izquierda. Paso junto a una zodiac a cuyos tripulantes me imagino por un momento preguntándose unos a otros “¿y éste a dónde va?”.


Miro de frente para intentar hacerme una composición de lugar y pienso que “no quiero que me vuelvan a adelantar por el interior los pocos que debo llevar por detrás”. Por ello decido poner rumbo directo a la tercera boya. Cuando nos vamos acercando a la boya empiezan otra vez los manotazos. Sin embargo ahora hay más espacio y, sobre todo, yo voy más tranquilo. Los golpes que doy o recibo no son con mala intención y no hacen daño. Se me cruzan un par de competidores que se han torcido y creo que van hacia Cabo Mayor, o Inglaterra, no sé. Tengo que frenar para que me pasen por delante y seguir con el rumbo correcto.

Por fin doy el giro en la tercera boya. Ahora sólo queda la recta hasta la playa a favor de viento y olas. 


No tengo -y no he tenido en toda la prueba- buena sensación de deslizamiento. He ido peleándome con el agua más que nadando. Sin embargo pienso que ya está hecho y que no vale de nada lamentarse. Voy nadando tratando de surfear las olas. 


Cada vez veo más cerca el fondo. Venga un poco más… un poco más… por fin rozo con los dedos de la mano el fondo. Un par de brazadas con brazos encogidos y ¡en pie!


Al correr por la orilla y la arena blanda se me acelera muchísimo el pulso. Adelanto a gente. Alguno se pone a andar. Empiezo a quitarme el neopreno y aunque tengo algún problema con el velcro del cuello voy tranquilo porque hay suficiente tiempo hasta llegar a boxes. Consigo bajármelo hasta la cintura y sigo corriendo. Hay mucha gente animando que hace pasillo. En ese momento escucho que me animan gritando mi nombre desde lejos. No intento mirar pero distingo la voz de mi hermana Rocío que me había dicho que a lo mejor se acercaba con su novio Javi para verme. Me alegra que al final haya venido, me da moral -que la llevaba tocada tras la natación- y pienso que aunque no lo haya hecho muy bien en el agua tengo que dar el 110% durante el resto de la prueba para que no se lleven una imagen muy mala de mí… el orgullo del hermano mayor…

Salgo de la playa por la pasarela de madera, llego a la alfombra azul y acelero más mi carrera. Me quito el gorro y las gafas. Al entrar en boxes no tengo problema para localizar mi puesto, me saco las perneras del neopreno bastante rápido, me pongo el casco, las gafas de sol y el dorsal. Cojo la bici y salgo corriendo todo lo rápido que puedo. Adelanto a algunos en la calle de boxes, y a uno más en la rampa que lleva del parking a la Avenida del Estadio ya que lleva puestas las zapatillas con calas y se resbala un poco al subir.

Pasamos la línea y me monto en la bici sin saltar. Meto los pies en las zapatillas a la primera. Veo que 2 chicos salen muy fuerte delante de mí y no tengo tiempo ni de atarme los velcros de las zapatillas porque intento esprintar para salir a su rueda. Me pego un buen calentón los primeros metros pero en ese mismo momento decido que voy a darlo todo en la bicicleta para tratar de no perder rueda. Luego ya se verá cómo llego a la carrera a pie y si puedo correr o me tocará hacer un poco el Robocop. Al llegar a la carretera que pasa entre el estadio y el Palacio de Deportes, frenan un poco para dar dos curvas seguidas de 90º. Aprovecho, como puedo, para atarme las zapatillas.

Nos alcanza otro chico y formamos un grupo de cuatro. Uno que ha salido tirando y que parece bueno en bici porque lleva un ritmo muy fuerte (después me enteré que era Pablo Sordo, hermano de un compañero de mi club de piragüismo, que lleva muchos años haciendo triatlón), otro muy alto con traje negro que va a su rueda, yo detrás de ellos esforzándome por no ceder ni medio metro y cerrando el grupo un chico al que no logro ver bien pero que también debe ir muy justo porque en ningún momento enseña rueda.


Intentamos empezar a darnos relevos. Pasa el chico alto y yo detrás de él. El cuarto no me sigue y se queda detrás del que deja de tirar. Tras unos metros veo que puedo tirar algo más y le digo al que llevo delante que se abra para la derecha para pasar a tirar yo. Se abre, me agacho todo lo que puedo para ganar aerodinámica y me concentro en hacer una serie fuerte. Cuando pasa un rato que se me hace eterno miro para atrás para que pase el siguiente. Pasa el que salió tirando de la transición y ¡pega un cambio de ritmo que casi nos deja de rueda al resto! Se queda atrás el cuarto que iba muy justo y el grupo se reduce a tres. Damos algún relevo pero la verdad es que no demasiado coordinados.

Un poco antes de llegar por primera vez al giro de 180º del final de la S-20 nos cruzamos con el grupo de cabeza que ya vuelve. Calculo que serán unos 15-20. Pasan unos metros y no pasa nadie más en dirección contraria. Llegamos al giro y damos la vuelta con cuidado… ¡creo que no hay nadie más entre nosotros y el grupo de cabeza!

Voy en el segundo grupo -aunque reducido- de carrera. Ahora sí que sí voy a echar el resto por no perder rueda e irme hacia atrás. Mientras pienso eso los dos que van conmigo pegan un fuerte tirón al salir del giro de 180º. Tengo que esforzarme al máximo para volver a pegarme a ellos. Doy un relevo más pero al ir a entrar al siguiente no soy capaz de adelantar al que va tirando. Él tampoco lo hace muy bien porque si quiere descansar tendría que dejarse caer a cola, pero también es verdad que a mí igual me empiezan a faltar piernas para tirar de esta gente. Me protejo a rueda, subo un piñón para soltar la pedalada, respiro y bebo mis primeros tragos de agua.


Llegamos a la rotonda grande de la S-20 que está junto al estadio de fútbol. Veo a mi padre haciendo fotos y a mucha gente animando. Como es un giro muy abierto apenas se desacelera, nos inclinamos mucho mientras seguimos dando pedales.

Sigo concentrado a rueda. Alcanzamos a un rezagado y volvemos a ser un grupo de cuatro. Al llegar otra vez al giro “de arriba” observo que el grupo de cabeza no se ha distanciado mucho de nosotros. Vamos bien. Tengo que aguantar, ya queda menos bici. Bajamos otra vez hacia el inicio de la S-20. Ya no puedo dar relevos y me siento un poco incómodo por ello. Pienso que a lo mejor mis compañeros se piensan que voy a lo “gorrón”, pero bueno, me tranquilizo porque tengo claro -¡demasiado!- que voy a mi límite y que si no colaboro más es porque no puedo.

Al llegar de nuevo a la rotonda hay otra vez mucho público animando y esta vez escucho a toda mi familia. Me da fuerzas y me ayuda a volver a esforzarme al 100% a la salida de la rotonda ya que nos volvemos a estirar muchísimo con un cambio de ritmo y estoy a punto de quedarme.


Les alcanzo y trato de recuperar bien la respiración. Al poco rato escucho una especie de zumbido, miro hacia atrás y es un grupo muy grande que nos está alcanzando. Nos empiezan a adelantar por ambos lados. Esto sí es rodar en pelotón… ¡que estrecho se ve esto!

Uno de los que llega nos grita con buen humor: “llegan los refuerzos chicos”. Le sonrío. Siento que me dan un empujoncito en el sillín para pegarme bien al que llevo delante. Miro a la izquierda y es mi amigo Diego que venía en el grupo. Le saludo y agradezco su empujón y él sigue escalando posiciones rápidamente para ponerse en cabeza de pelotón a tirar. Se notan sus años de ciclista. Me da envidia porque le veo “sobrado”. Yo me quedo en el último tercio del pelotón pero ahora sí que “vuelo” sin tener que esforzarme tanto. Intento mantener la concentración para evitar malos movimientos y bebo y me relajo lo que puedo –que tampoco es mucho, claro-.

Vamos adelantando a gente doblada y los que van delante en el pelotón hacen gestos a los de atrás para que estemos prevenidos del “obstáculo”. Sigo aprendiendo cosas del mundillo del ciclismo. Ahora empiezo a estar seguro de que voy a poder terminar el segmento ciclista en el grupo, lo cual me tranquiliza bastante.


Llegamos al último giro de 180º. El grupo de cabeza nos saca algo más pero tampoco se han marchado muchísimo. Otro sprint para volver a acelerar después del giro. Me empleo a fondo pero aguanto bien en el grupo. Por detrás de mí algunos pierden rueda.

En la bajada hacia el estadio creo que la gente ya va intentando soltar algo las piernas para la carrera porque me encuentro muy cómodo en este último tramo. Incluso me permito escalar posiciones en el pelotón para llegar mejor colocado a la segunda transición. Cuando me acerco a Diego me pregunta “¿tú corres bien?”. Yo asiento con la cabeza pero moviéndola un poco ladeada. Como queriendo decir que “sí, más o menos sí, pero no soy tampoco una máquina”. Supongo que lo entiende.


Llegamos al parking del Racing donde hay dos giros de 90º. Como queda muy poco, grito a todo el mundo: “¡ojo aquí!”, “¡cuidado!”, no vaya a ser que con los nervios de terminar la bici haya algún enganchón de última hora. La gente empieza a aflojar para quitarse las zapatillas. Yo espero uno poco más. Cuando veo quedan pocos metros para la línea me quito las zapatillas rápido y las piso para dar unas últimas pedaladas fuertes.

Al llegar a la línea veo como se empiezan a bajar los primeros y uno se pasa y pisa detrás de la línea. Un juez le grita que tiene que dar la vuelta y volver a montar. No sé si lo hace porque en ese momento yo me tengo que concentrar en mis siguientes movimientos. Paso la pierna derecha por encima de la barra horizontal de la bici y me quedo sobre el pedal izquierdo mientras empiezo a frenar. Apoyo el pie en el suelo justo delante de la línea y empiezo a correr muy rápido para intentar adelantar a gente en la transición.

Voy gritando “¡paso, paso!” mientras adelanto a un par de chicos en el carril de boxes. Hay mucha gente animando y entre ellos mi familia a la que escucho gritar mi nombre. Al girar para entrar a las barras de las bicis el que llevo justo detrás se resbala y se cae. Yo sigo a lo mío. Cuelgo la bici, dejo el casco y las gafas y me calzo las zapatillas de un tirón gracias a los cordones elásticos. Salgo corriendo sin ponerme la visera porque veo que está en la cesta debajo del neopreno y no quiero perder ni un segundo. Doy la vuelta de compensación en boxes y cuando voy a salir veo que se me pone un juez delante a unos 20m haciendo señas. Caigo en que no he dado la vuelta al dorsal. Giro la cinta, me lo paso de la espalda al frente y sigo corriendo.


Salgo bastante bien de piernas, intento ir con mucha cadencia. De pulsaciones voy altísimo pero pienso que son sólo 5Km y hay que aguantar a tope. A los 500m me adelanta el único que me adelanta en el segmento de la carrera. Lleva un ritmo altísimo y no hago ni el amago de seguirle porque me siento bastante al límite.

Veo en el reloj que voy a un ritmo de 3:40-3:45/km. Al dar el primer giro en el parque de Mesones la juez que está allí me dice que me tengo que subir la cremallera del mono. Me la había bajado porque con lo asfixiado que voy notaba que me oprimía.

Voy sufriendo mucho pero consigo mantener el ritmo. Al pasar por la zona cercana a meta me encuentro con mi madre, mi hermana, Javi y Elsa que me está grabando con su cámara. Me animan mucho y les saludo con la mano pero no les puedo ni sonreír porque voy muy justo.


Hay mucha gente viendo la carrera y animando ya que corremos por el paseo pegado a la playa que a esas horas está llena. Al llegar al giro de 180º marcado con unos conos en el Chiqui veo que mi amigo Diego viene detrás de mí, cerca, a unos 15-20 segundos.


Termino la primera vuelta recibiendo ánimos que a esas alturas se agradecen de verdad. Un señor del público me dice “¡vamos chaval, muy bien, menuda marcheta que llevas!”. Sigo adelantando gente poco a poco pero sin parar durante toda la carrera. Me da mucha moral y, pese al sufrimiento, tengo sensación de ir suelto.

En la segunda vuelta, cuando voy a pasar por donde está mi familia, veo que a unos 50m un policía da paso a la gente que está esperando para pasar a la playa. Les dice que lo hagan “rápido” pero entre los que cruzan hay una señora empujando una silla de ruedas y un pobre señor con muletas que avanzan muy despacio. La gente que está viendo la carrera empieza a gritar para que se quiten de en medio… me da pena y casi hasta apuro porque no me llegan a molestar, ni tengo que bajar el ritmo. Me cruzo con Tato, un conocido de toda la vida de Santander que me parece que lleva un buen ritmo. Nos animamos mutuamente.


Llego otra vez al giro del Chiqui y observo que no llevo nadie por detrás que me haya recortado o que me pueda alcanzar durante la carrera. Mi amigo Diego ha perdido más tiempo en esta segunda vuelta. Me relajo y como voy “sólo” me puedo concentrar en mis sensaciones y en dar el 100% durante la última vuelta. Continúo adelantando a gente pero ahora es un poco difícil saber quienes van en tu misma vuelta y quienes son gente con vuelta perdida.

Voy a tope de pulsaciones pero siento que voy bastante suelto de zancada y sigo a un ritmo por debajo de 4´/Km. La cantidad de gente animando motiva y da fuerzas. Algunos sacan la mano para que choques al pasar… ¡me siento casi casi como si fuera bueno!


Ultimo giro, ya sólo quedan 400m para meta. Acelero un poco no sé muy bien cómo. Adelanto a dos chicos del club “Universidad de Cantabria” y les dejo atrás. Por delante llevo a otro del mismo club. Cuando quedan 200m uno de los que acabo de adelantar pega un cambio de ritmo impresionante y me pasa como un tiro. Va braceando y moviendo la cabeza como si estuviera corriendo la final de los 100m en los Juegos Olímpicos.


No intento seguirle porque sé que no puedo. Éste adelanta al otro compañero que llevaba por delante en el último momento. Los últimos 30m por la alfombra antes del arco de meta los disfruto. Escucho a toda mi familia animándome y aunque no les veo me alegra mucho que todos ellos hayan venido a verme.


Cruzo la meta exhausto y paro el cronómetro. Estoy muy contento porque he podido dar el 100% y tengo la sensación de haber hecho una buena competición.

Paso por la carpa de la organización, recojo un botellín de agua y otro de bebida isotónica. Devuelvo el chip y me dan una camiseta técnica. Después voy a reunirme con mi familia, excepto mi padre que sigue “apostado” en algún sitio estratégico haciendo fotos… Doy besos y abrazos a todos. Me dan la enhorabuena y me dicen que lo he hecho muy bien. La mejor recompensa posible. Estoy cansado y feliz. Gran sensación.


Los tiempos y distancias, según mi gps, fueron:
  • Natación (580m) 09:05 (1:33/100m) *Incluye una pequeña carrera por la playa en la salida.
  • Transición 1 (440m) 02:50
  • Bici (21,90Km) 35:11 (37,3Km/h)
  • Transición 2 (110m) 0:45
  • Carrera (4,73Km) 18:15 (3:51/Km)
  • Tiempo Total 1:06:06
En las clasificaciones oficiales:
  • Puesto natación 38º
  • Puesto bici 22º
  • Puesto natación + bici 25º
  • Puesto carrera 5º
  • Puesto Final 14º de 140.
Es decir, que la natación mejorable, la bici bien (remonté a 13 que me habían ganado en el agua gracias a aguantar en un buen grupo y ser muy rápido en las transiciones) y la carrera muy bien (remonté 11 puestos más).

Sé que un triatlón SERTRI no es tampoco una prueba de las WORLD TRIATHLON SERIES, no ví por allí a Gómez Noya, ni a los hermanos Brownlee… además muchos de los "gallos" de Cantabria no compitieron porque el día anterior estuvieron en el Triatlón de Laredo. Pero de todas formas, al margen del puesto, los ritmos en cada uno de los segmentos son muy buenos para mí y con eso es con lo que me quedo. Pese a las malas sensaciones iniciales en el agua conseguí sobreponerme y al final me salió una gran prueba, dentro de mis posibilidades claro.

Ahora a seguir entrenando pero, sobre todo, disfrutando que es el único motivo por el que hacemos esto los que no somos profesionales...

Podéis ver las clasificaciones en:


Y fotos de la prueba en:

4 comentarios:

  1. Pues se me hace corta "Maestro",estaria mucho más tiempo recreandomne y metido en la carrera,disfrutando contigo!...muy buena la crónica,no falta ningún detalle y para leerla de vez en cuando.
    A Elsi y a mi ya nos sobra motivación despues de ver esto y sentir lo que disfrutaste a pesar del sufrimiento del que lo da todo,para intentarlo el próximo año...creo que podemos compañero!ENHORABUENA Y SIGUE ESCRIBIENDO TODAS TUS CARRERAS.

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  2. Gracias Toño.

    De "maestro" nada de nada! Mucho que aprender. Afortunadamente.

    Me alegro de que os sirva de motivación para seguir con vuestro objetivo de debutar el año que viene. Si lo hacéis, la crónica ya habrá servido para mucho!

    Ánimo y un saludo. Nos vemos.

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  3. Vaya crónica más completa y qué gran resultado!! Enhorabuena por tu segundo tri! como seran los siguientes!!!! un saludo y gracias por las fotos! salgo en una saliendo del agua chuliisma!! hasta Somo???

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  4. Gracias por los comentarios Grimpeur.

    Por las fotos en todo caso da las gracias a mi padre, pero vamos, él encantado de que os gusten y os las descarguéis.

    A ver si puedo escaparme y me pego la paliza por Somo.

    Nos vemos.

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