sábado, 4 de mayo de 2013

XVII Triatlón de Sevilla FIBES

Estreno mi “diario” con una crónica o relato de mi debut en el triatlón. En un principió pensé en escribir un par de párrafos más que nada para anotar todos los recuerdos que tenía antes de que se me olvidasen. Pero después la cosa se fue alargando y, una vez que vi el gran reportaje fotográfico que me hizo mi padre, se me ocurrió la idea de publicarlo y compartirlo. Pensé que si a mí me gusta leer crónicas de gente que no conozco, algún raro más habrá al que le pueda interesar leer las "historias" de un desconocido. Vamos allá...



Aprovechando unos días festivos me he desplazado hasta Sevilla con Elsa y el coche lleno de trastos, para pasar unos días de relax. Eso sí, para poder disfrutar de los desayunos bufet, de la Giralda, de la Plaza de España y del pescadito frito en Triana, antes hay que “ganárselo” y hacer un poco de deporte. Poca cosa: Sólo hay que nadar 1500m en el Guadalquivir, dar a los pedales durante 40Km y correr bajo el sol sevillano unos 10Km. Por si todo esto fuera poco, hay que hacer las tres cosas seguidas, sin descanso, lo más rápido que se pueda, rodeado de gente que, curiosamente, tiene el mismo plan que yo y además, en mi caso, con cero experiencia en esto del “multideporte”...

Afortunadamente también se han desplazado mi equipo de “supporters” oficiales. Como ya he comentado Elsa -que además tiene el mérito de haber aguantado mis ausencias durante los entrenamientos- y mis padres que, aprovechando que andaban de vacaciones por Huelva, deciden acercarse a animarme (o será a asegurarse de que no vaya a hacer ninguna “locura de las mías”?)...


Sevilla.

CAR de Piragüismo Isla de la Cartuja.


A las 15:30 me reúno con mis amigos Alberto y Gorka que son los verdaderos “culpables” de que yo esté aquí a punto de debutar en el triatlón…

Acaban de dar la salida a los de la “primera ola” formada por los triatletas que tienen tiempos acreditados en triatlones olímpicos inferiores a 2:20. En 30 minutos será la nuestra. Intercambiamos algunas impresiones, damos un último trago de agua, nos despedimos de “nuestra afición” (familias) y nos metemos al agua para calentar. El agua, en teoría, está caliente puesto que no dejan utilizar neopreno, sin embargo hay bastante gente que se queja de que está fría. Yo, al meterme, sí que la encuentro fresca, pero creo que está bien para nadar. Damos unas cuantas brazadas y acabamos de volver a salir al pantalán, cuando nos llaman para reunirnos antes de la salida.

Nos metemos al agua, todos detrás de una cuerda que, supuestamente, levantarán en el momento de la salida.


Me sitúo bastante a la izquierda, que es donde menos gente hay, ya que desde ese lado se alarga un poco el trayecto hasta la primera boya. Estoy deseando suerte a una chica que tengo justo a mi derecha cuando dan un bocinazo que nos coge a todos un poco despistados. Pongo en marcha el cronómetro, paso la cuerda por encima como puedo (puesto que parece que no la levantan) y empiezo a dar brazadas sin saber muy bien si tirar a tope o salir conservando algo (la inexperiencia).


No salgo a tope y, aún así, por donde yo salgo no llevo a nadie por delante. En los primeros metros lo único que me preocupa es bajar el ritmo sin darme cuenta y que me alcance el grupo. Sin embargo pasan los metros y no me coge ningún pelotón, ni me pasan por encima, ni me rompen las gafas, ni me agarran de los pies, ni ninguna de esas cosas con las que todos los veteranos habían tratado -y conseguido- asustarme.


Sigo nadando con bastante cadencia y sacando la cabeza cada varias brazadas para comprobar el rumbo. Me alegra comprobar que consigo nadar bastante recto, no voy dando eses y eso que es la primera vez que nado sin la “cómoda línea azul del fondo”…


Cuando estoy llegando a la primera boya me encuentro con el pelotón que llevaba a mi par por la derecha. Yo llego por dentro, pero al girar nos juntamos todos en un embudo “interesante”. El primer toque me lo doy (¡casualidad!) con Gorka. El largo que va de la 1ª a la 2ª boya (más corto) lo damos todos en un pelotón muy masificado. No se puede ni acelerar ni frenar. Todos vamos al mismo ritmo. En cada brazada toco las piernas del que llevo delante y también noto como me va tocando el que llevo detrás. Hay toques, roces y algún golpe, pero todo con respeto.


Pasamos la 2ª boya y decido abrirme para dar el largo de vuelta a mi ritmo. Sigo encontrándome cómodo y no fuerzo mucho pensando en la segunda vuelta y en la larga tarde que me queda por delante. Me pongo “a ola” de uno que llevo a mi izquierda y nado a su par, un poco retrasado, hasta la 3ª boya. El tramo corto de la 3ª a la 4ª boya se me pasa rapidísimo y terminamos la primera vuelta.

Para empezar la segunda vuelta hay que subir a un pantalán desde el agua y saltar por el otro lado. Me cuesta subir, hago un poco “la croqueta” para poder hacerlo. Cuando estoy arriba me da tiempo a ver a mi padre que está haciendo fotos desde otro pantalán.


Le doy un grito y salto al agua tratando de que no se me muevan las gafas.


Lo consigo. Doy unas cuantas brazadas y al pasar cerca de mi padre oigo que me grita sorprendido “¡venga, que vas de puta madre!”. No estoy muy seguro de si lo dice en serio o para darme ánimos, porque siempre que intento mirar para atrás me da la sensación de que llevo mucha menos gente de la que llevo por delante…


Esta segunda vuelta se me pasa rapidísimo y, como ya todos vamos más o menos en nuestro sitio, no hay apenas toques. Nado algún rato a los pies o a la ola lateral de alguien.


Termino la 2ª vuelta y me cuesta subir por la rampa de salida porque resbala muchísimo. Decido tirarme al agua y avanzar un metro más agarrando el fondo y tirando con las manos. Después ya se llega a una alfombra que no resbala nada y consigo ponerme de pie.


Salgo corriendo mientras me quito el gorro y las gafas. No voy demasiado acelerado y voy bien de pulsaciones.


Me acuerdo de la referencia que tomé para reconocer mi pasillo de boxes y, aún así, al estar en la entrada de éste, me cuesta distinguir mi bici con los botes que voy dando.


Intento no liarme con lo que tengo que hacer y que no se me olvide nada. Lo primero me calzo unos calcetines, ya que prefiero no arriesgarme a rozaduras. En ese momento veo que llega Gorka a su box y me pega un grito de ánimo desde lejos. Después cojo el casco que había dejado colgado del manillar, me pongo las gafas de sol y, para terminar, me abrocho el dorsal a la espalda. ¡Todo bien y rápido!

Cojo la bici por el asiento y salgo corriendo hacia la salida de boxes. En ese momento escucho a mi madre y a Elsa a las que dedico una sonrisa, pese a no verlas con claridad. Me alegran sus ánimos.


La siguiente “prueba” o “reto” que tenía era subirme a la bici sin problemas, ya que había puesto las zapatillas en los pedales automáticos y las había enganchado con una goma, como los “pros”, pero sin serlo y sin haberlo practicado más que un par de veces. Como dificultad adicional, al salir de la transición, hay que subir una rampita por lo que la bici se queda parada y no puedes dejar de dar pedales para meter los pies en las zapatillas…

Me subo a la bici sin saltar, sino en plan conservador, y empiezo a dar pedales, pisando las zapatillas, hasta subir la cuesta. Una vez que la subo ya sí meto los pies y me abrocho los velcros. Una de las gomas no se rompe al dar pedales, pero la cojo, tiro de ella y la rompo con la mano. Muy bien, ¡hasta ahora ninguna cagada!

Estoy empezando a “calentar” las piernas y, al pasar por primera vez el puente del Alamillo, me adelanta Gorka al que se que no voy a poder seguir, ya que la bici es su fuerte. Le grito “máquina” y nos despedimos.

En el sector bici se unen mi total inexperiencia (como en la natación) y el hecho de saber que es mi peor segmento, ya que apenas lo he entrenado. Por ello el objetivo que me había marcado previamente era rodar tranquilo, con cuidado de no hacer movimientos bruscos que pudiesen provocar toques y caídas (nunca había rodado en grupo y esto era lo que más miedo me daba), y terminarlo en aproximadamente 1h 30min, a fin de llegar con piernas para poder hacer la carrera a pie decentemente. Pero una vez que estás en competición esto es difícil de llevar a cabo. Cuando me alcanza el primer pelotón me pongo -evidentemente con cuidado y mirando no cerrar a nadie- a rueda. Van muy rápido para mí, pero metido en el grupo y agarrado en la parte baja del manillar, veo que los puedo seguir a un ritmo que, ni mucho menos, sería el mío si fuese solo. Cuando llevamos un par de kilómetros oigo un ruido por mi izquierda, miro y es un pedazo pelotón de 20 o 30 tíos de la primera salida-ola que van como auténticos tiros. Los que vamos en mi pelotón nos separamos haciendo cada uno su propia guerra. Algunos consiguen quedarse en ese pelotón y los que vamos más justos no aguantamos con ellos casi nada.

Aprovecho y bebo mis primeros tragos de bebida isotónica. Miro a mi izquierda y, casi a mi par, llevo a uno al que propongo relevarnos para tratar de alcanzar a alguien más. Se nos junta un tercero. Durante un rato vamos dándonos relevos de forma fluida y, la verdad, es que voy disfrutando de la nueva experiencia de las carreras ciclistas.


Cuando llevamos unos 20 o 25km empiezo a notar que llevo los isquiotibiales bastante cargados, pero pienso que no es cuestión de aflojar y perder el grupo con el que voy. Intento ir con piñones más grandes y con mucha cadencia para hacer menos fuerza, pero sigo forzando y pienso que si luego no puedo correr bien, mala suerte, otro día será. En un momento de relax a rueda trato de tomarme mi primer gel. Los había pegado con cinta aislante en el tubo horizontal del cuadro (lo había visto en algún sitio). Al ir a cogerlo veo que está demasiado pegado, tengo que tirar muy fuerte y, al despegarse de golpe, lo espachurro y se me cae el gel por la mano y la bici... ¡primera cagada de novato!, estaba tardando mucho, pero al menos no es grave. Me lamo los dedos como puedo, más que nada para evitar ir con la mano pegada al manillar durante el resto de la prueba. Visto lo visto decido no intentar coger el segundo gel y opto por seguir dándole tragos a la bebida isotónica y al agua que tengo en los dos bidones.


Llevamos bastante tiempo en grupo y me doy cuenta de que vamos tirando siempre los mismos, un chico andaluz que lleva su apellido en el mono, “Rivero”, y yo. Cada vez que él pasa a tirar, lo animo, le digo que lleva muy bien el ritmo y que vamos a ver si alcanzamos a algún grupo de delante. En la tercera vuelta, en la recta que coge el viento de cara, decido gritar a los de atrás que a ver si pasa alguno a tirar un rato. Uno de ellos sí pasa y nos da un necesario relevo.

Pasamos por meta, queda una vuelta, todavía sigo sobre la bici con bastantes buenas sensaciones (excepto los isquios algo cargados) y sin mayores percances. ¡La cosa va bien! Me cruzo con toda mi familia que está animándome en cada vuelta y les sonrío y saludo. La verdad es que se agradecen un montón los ánimos de la gente.


En la última vuelta nos alcanza un grupo muy grande que lleva un ritmo un poco superior al nuestro y de nuevo esprintamos para unirnos y meternos a rueda. Yo voy un poco forzado, sobre todo a las salidas de las rotondas donde el grupo siempre pega un tirón, acelera y se estira bastante. Aún así conseguimos mantenernos en él hasta el final…

Cuando quedan unos 100 o 200m de bici decido quitarme las zapatillas (más fácil que ponérselas). Me quito los velcros, saco los pies y piso las zapatillas para seguir dando pedales hasta llegar a la transición. Cuando quedan muy pocos metros para bajarse grito a todos los que iban conmigo “¡suerte en la carrera!”. Algunos lo agradecen. Es curioso pero cuando llevas algo más de una hora compartiendo esfuerzo con la gente, sientes que algo te une a ellos… Aflojo la marcha, paso una pierna por encima del sillín y me quedo sobre un solo pedal. Al llegar a la línea echo pie al suelo y corro por la alfombra. Sin percances. Un par de miembros de la organización nos avisan de unos escalones que hay que pasar para entrar en boxes. Mientras me dirijo a mi puesto con la bici en la mano, repaso mentalmente lo que tengo que hacer en esta segunda transición. Llego a mi pasillo utilizando la misma referencia que al salir de la natación, pero ahora en lugar de buscar mi bici me fijo en los números que hay en los cartelitos.


Engancho el sillín a la barra, me quito el casco y las gafas, me calzo las zapatillas de correr -a las que he puesto recientemente unos cordones elásticos- y me pongo una visera que me ha traído mi madre de regalo ese mismo día.

Empiezo a correr rápido, se me acelera mucho el pulso, pero de piernas, sorprendentemente, me encuentro bastante bien. Adelanto a un par de tíos mientras corremos por un camino de tierra que pasa cerca de los boxes del sprint y supersprint. Después de esto hay que subir una rampa cortísima -8 ó 10 pasos- pero bastante pendiente y ahí es cuando más sufren mis cargados isquios y gemelos. Digo a un chico al que adelanto “uf, cómo llevo las piernas” y él resopla, abre mucho los ojos y simplemente asiente. Tras coger un botellín de agua en el primer avituallamiento y preguntar por dónde sigue el camino, decido echar un vistazo a mi reloj para ver el ritmo que llevo. Me sorprende ver que voy a 4 minutos pelados el kilómetro y decido aflojar un poco para estabilizar las pulsaciones, ya que sólo llevo un kilómetro y queda bastante carrera por delante.

Después de un rato por un camino de tierra, llegamos al parque del Alamillo donde hay que dar cuatro vueltas. Adelanto a bastante gente e intento dar ánimos a todos. Primer paso por meta y me encuentro nuevamente con toda mi familia que me anima un montón. Ahora sí puedo verlos bien y les saludo con la mano y les sonrío.

Al pasar la primera vez por la meta, me empiezo a preguntar dónde dan las pulseras (3) que hay que coger para acreditar cada vuelta. Miro el reloj y sigo a un ritmo que me parece que está muy bien después de la paliza de la bici. Pero sigo preocupado y voy preguntando por las pulseras a todos los que veo con el peto de la organización. Ellos o no lo saben o simplemente me dicen “aquí no”… (ja ja ja). Pienso que ya veo que ahí no, pero me gustaría que me dijeran dónde. Paso por el avituallamiento, cojo un botellín de agua y doy un par de tragos, pero a estas alturas empiezo a notar malestar en el estómago que imagino que será por el cansancio y también porque cuando entreno nunca bebo ni como nada. Calculo que hoy he tomado 500ml de bebida isotónica y unos 200 o 300ml de agua… quizás demasiado líquido moviéndose en el estómago. Decido echarme el resto del botellín por la cabeza. Sigo preguntando si alguien sabe dónde dan las gomas y, por fin, un triatleta de la 1ª salida, al que adelanto, me dice que es justo donde he entrado al parque. Me quedo tranquilo al llegar y coger, por fín, mi primera pulsera-goma.

En el resto de las vueltas consigo mantener más o menos el mismo ritmo, aunque cada vez noto más revuelto el estómago. Me alegra ver que, durante las vueltas que doy en el parque, no me adelanta nadie y en cambio yo sí que adelanto a bastante gente.


El hecho de dar vueltas a un circuito se hace duro mentalmente pero, como contrapartida, en el segundo y tercer paso por meta sigo recibiendo ánimos de mi familia y también de Sandra y Coral, las parejas de mis amigos. Se lo agradezco todo lo que el cansancio me permite. Se me empiezan a hacer largos los 10km y me llega el oxígeno suficiente al cerebro para pensar que menuda paliza mortal debe ser hacer un medio ironman o un ironman completo

Alcanzo a Gorka, que me había dejado atrás en la bici, y le digo “pégate a mí”. Se pone detrás de mí y durante unos 200m escucho sus pasos. Después dejo de oírlos y supongo que haya seguido a lo suyo (más tarde nos enteramos que tuvo un error en el circuito de bici y, sin querer, se saltó parte de una vuelta). A Alberto, que no lo había visto en toda la prueba, lo veo de lejos en una de las vueltas. Está parado estirando el gemelo, pero me alegro mucho por él porque parece que va a poder terminar, pese a unas molestias que tenía que le hacían dudar de ello.


Por fin, y tras apretar todo lo que puedo en la última vuelta, llego a la última curva donde está mi padre haciendo fotos. Me grita que lo he hecho muy bien y yo, quizás un poco tontamente, me siento orgulloso. Mentiría, aunque quedase bonito, si dijera que en ese momento pensé en que el simple hecho de que yo practique deporte y lo disfrute tanto, se lo debo a él, ya que me lo inculcó desde pequeño, siempre me sirve de ejemplo y además me ayuda todo lo que puede a practicarlo. Sin embargo, aunque es totalmente cierto, en ese momento no estaba yo para pensamientos metafísicos ni trascendentales…

Encaro la recta de meta. Aprieto los dientes y acelero todo lo que mi corazón y piernas me permiten. Llego a la alfombra roja y escucho aplausos y ánimos. Doy las gracias a la gente con gestos y levanto los brazos sonriente y feliz. Veo a mi madre con cara de felicidad y a Elsa, a quien a duras penas logro chocar la mano justo antes de entrar bajo el arco de meta.

Mi cara lo dice todo... RETO SUPERADO!


Cuando estoy recuperando el resuello y se acercan mi madre y Elsa para felicitarme, no puedo evitar emocionarme un poco…



Los tiempos, según mi reloj -me fío más de él que de los de la organización, porque yo sé exactamente cuándo di a los botones- han sido:

  • Natación = 27:14 (en la clasificación oficial 25:19, puesto 88º de unos 400 participantes entre ambas salidas).
  • Bici + T1 = 1:10:39 (1:14:17, 256º).
  • Carrera + T2 = 39:53 (38:37, 68º).
  • TOTAL = 2:17:46 (2:18:13, 138º).

Me ha salido un primer triatlón MUCHO mejor de lo que tenía pensado. Yo había calculado, de forma realista y en función de tiempos y ritmos en entrenamientos, que me llevaría unas 2h 35´ siendo optimista o 2h 45´ si la cosa no se daba muy bien… así que encantado de haberme equivocado.


Conclusiones:
  • Que me ha encantado este deporte. La variedad (tanto en los entrenamientos como en la competición) hace que sea muy divertido.
  • Que pienso seguir disfrutando de él. Ya estoy enganchado.
  • Que tengo que entrenar -mucho no, muchísimo- la bici.
  • Y que -esto ya lo se por otros deportes que practico y en los que compito- el ambiente entre los participantes y toda la gente que anima en estas cosas es lo mejor con diferencia.

El equipo de “finishers” y "supporters" al completo:



Fotos cortesía de fotoyos.blogspot.com


1 comentario:

  1. Buenísima crónica,acompañada de reportaje fotográfico de un profesional de la cámara...te seguimos "maestro"...espero estar en alguno,antes de hacerme mayor!

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